Grave peligro de muerte por acción del poderoso veneno de la cobra transmitido al hombre mediante el cuerpo de la rata


El experimentador mencionado no dudó ya de que le había alcanzado el veneno de la serpiente. Apresuróse, pues, a rogar a un amigo presente que lo acompañase a la farmacia más próxima. Gracias al auxilio de este amigo, y casi sin conocimiento, pidió una botella de amoniaco y bebió una buena parte de esta sustancia con un poco de agua; los labios y la boca le abrasaban, pero inmediatamente se sintió mejor. Había salvado la vida y se restableció tras una larga convalecencia, a pesar de que el efecto del veneno había sido benigno.

¿Cómo pudo verificarse el envenenamiento? El naturalista de nuestro relato, al repasarse las uñas con un pequeño instrumento cortante, se había levantado un trocito de piel debajo de la uña de uno de sus pulgares; y bastó, por consiguiente, que esa uña rascase la piel contaminada para que el veneno pasara a su sangre, aunque en ínfima cantidad.