La hermosa garza blanca, cruelmente sacrificada en beneficio de la moda


Además de las citadas, se conoce una especie de gran tamaño y muy esbelta, que es enteramente blanca. Por su talla y aspecto podríamos colocarla a la cabeza de todas las garzas. Es un precioso animal con el plumaje blanco níveo, pico y patas negros, que presenta un grupo de plumas, que crecen aun más en la época nupcial, y forman un largo fleco muy apreciado como adorno para tocados femeninos. Otra especie más pequeña pero también muy apreciada es la garceta nevada, garza blanca con pico y patas negras, pero con los pies amarillos, que en la época de cría se torna hermosísima por la presencia de unos cincuenta airones, plumas largas y filamentosas que reciben en el comercio el nombre de aigrettes, y que son muy valiosas. Para comprender el daño que se causa arrebatando al ave esas plumas, bastará tener presente que sólo las posee durante la época de la puesta y de la incubación. Es decir que estos pobres animales son muertos o desplumados y abandonados a un triste fin, precisamente cuando sus pequeñuelos necesitan más de su protección. Es frecuente que a la muerte de los padres siga la de los hijos, privados por aquel motivo de los alimentos que no pueden procurarse aún por sí mismos.

La garza purpúrea no es la única ave nocturna de la familia. Existe otra de corta talla, la bruja, que duerme de día y sale por la noche a cazar sus alimentos, si bien no deja de aprovechar también otras horas para buscar el sustento de sus pequeñuelos.