CADUCIDAD DE LO TERRENO - Jorge Manrique


La melancólica tristeza que causó en el ánimo de Jorge Manrique (1440-1479) la muerte de su padre, el conde de Paredes, se desahoga en estas bellísimas estrofas, que han merecido ser traducidas a muchas lenguas extranjeras. La armonía y cadencia sencilla y elegante de las estancias de esta elegía ha movido también a ilustres compositores a ponerlas en música.

Recuerde el alma dormida,
Avive el seso y despierte,
Contemplando
Cómo se pasa la vida,
Cómo se viene la muerte.
Tan callando.
Cuan presto se va el placer
Cómo después de acordado
Da dolor:
Cómo, a nuestro parecer
Cualquiera tiempo pasado
Fue mejor.

Y pues vemos lo presente
Cómo en un punto se es ido
Y acabado.
Si juzgamos sabiamente
Daremos lo no venido
Por pasado.
No se engañe nadie, no
Pensando que ha do durar
Lo que espera
Más que duró lo que vio
Porque todo ha de pasar 
Por tal manera.

Nuestras vidas son los ríos
Que van a dar en la mar
Que es el morir.
Allí van los señoríos
Derechos a se acabar
Y consumir:
Allí los ríos caudales,
Allí los otros medianos
Y más chicos;
Allegados son iguales,
Los que viven por sus manos
Y los ricos.

Este mundo es el camino
Para el otro, que es morada
Sin pesar;
Mas cumple tener buen tino,
Para andar esta jornada Sin errar.
Partimos cuando nacemos,
Andamos mientras vivimos,
Y allegamos
Al tiempo que fenecemos;
Así que, cuando morimos,
Descansamos.

¿Qué se hizo el Rey Don Juan?
Los infantes de Aragón,
¿Qué se hicieron? ¿Qué fue de tanto galán,
Qué fue de tanta invención
Como trajeron?
Las justas y los torneos,
Paramentos, bordaduras
Y cimeras,
¿Fueron sino devaneos?
¿Qué fueron sino verduras
De las eras?