San Vicente de Paul, patrono de las conferencias vicentinas


Entre todos los héroes de la caridad cristiana, ninguno ha logrado alcanzar tantos méritos ante las distintas clases sociales como san Vicente de Paúl, dijo el papa León XIII al declararlo patrono de las obras de caridad en todo el mundo. Y en verdad que san Vicente de Paúl es merecedor del patronato que la Iglesia le acordó y de los conceptos del Papa, pues realizó una obra social tan ingente que asombra por su extensión y trascendencia. San Vicente, tercero de seis hermanos, cuatro varones y dos mujeres, hijos de Juan de Paúl y Bertrana de Moras, radicados en Pouy, distrito de Dax (Landes), en Francia, fue destinado desde niño a guardar rebaños. Sin embargo, observando sus padres que daba muestras de poseer gran inteligencia, lo enviaron a estudiar al Colegio de los Franciscanos de Dax, siguiendo el consejo del abogado de Comet, quien, prendado de sus progresos, lo recibió en su casa, le ayudó a pagar los gastos del colegio y le confió la educación de sus hijos.

Completó san Vicente sus estudios en Zaragoza (España) y Toulouse (Francia), y recibió las sagradas órdenes de sacerdote en 1600, a los diecinueve años de edad.

En un viaje por mar que hacía desde Marsella a Narbona, el barco que lo conducía fue atacado por una banda de piratas berberiscos que hizo prisioneros a todos los tripulantes, y san Vicente fue vendido como esclavo en Túnez. Después de convertir a su dueño y huir con él, el santo pasó a Roma y de allí a París, donde llevó una vida retirada y silenciosa, entregado especialmente al aprendizaje de la caridad en los hospitales y en el cuidado de los enfermos desvalidos.

Más tarde fue limosnero de Margarita de Valois; cura de Clichy y de Chátillon, y preceptor de los hijos del vizconde de Joigny. Por especial encargo de san Francisco de Sales, dirigió la Institución de Religiosas de la Visitación, y después dedicóse a la evangelización de los campesinos, tarea a la que consagró su vida, y fue tal su labor en favor de los prisioneros y de los enfermos que se lo nombró capellán general de las galeras de Francia. Fundó la congregación de Religiosas de la Misión o Lazaristas”; las Hermanas de Caridad o “Hermanas Grises”; las Hijas de la Providencia; varios hospitales, asilos para ancianos y para niños expósitos.

Es maravillosa y llena de prodigios la vida de san Vicente de Paúl, tanto que no necesita de leyendas para hacer resaltar sus virtudes, trabajos y rasgos de caridad para con el prójimo. Entre otros, se cuenta de él que por las noches solía salir a recorrer las calles de París en busca de niños abandonados, y que en una ocasión, como referimos en otra parte de esta obra, ató a sus pies las cadenas quitadas a un galeote.

San Vicente de Paúl fue beatificado en 1729, y canonizado el 16 de junio de 1737 por bula del papa Clemente XII. Las Conferencias de ¡pan Vicente de Paúl, fundadas por Ozanam, lo reconocen como patrono.