Tomás de Kempis, autor de un libro de oro considerado como el primero después de la Biblia


En los comienzos del siglo xv, cuando Europa se agitaba en terribles convulsiones políticas -Inglaterra estaba en guerra con Francia, y dos papas se disputaban la soberanía de Roma-, vivía en un monasterio de Alemania, en estrecha regla de pobreza, un humilde fraile que ganaba su vida y la de sus hermanos copiando libros religiosos: le llamaban Tomás de Kempis, aunque su verdadero nombre era Tomás Hammerken.

Este nombre era desconocido entonces fuera de los muros del convento, y hoy lo repiten todas las lenguas del mundo. Ignoraba el devoto religioso las tempestades que se agitaban fuera de la paz del claustro. Si hablaba de obediencia, comprendía la del cuerpo al espíritu y la de ambos a Dios.

Profundamente religioso, llevaba una vida humilde y contemplativa, alternando la oración con su labor de copiar libros.

Escribió uno, La imitación de Cristo, que publicó anónimo. Este reducido libro es el resumen de los pensamientos y afectos de un espíritu enamorado de su Dios: tan suave, tan sincero, tan perfumado del amor de Dios que se ha hecho famosísimo y ha sido traducido a todas las lenguas,

Kempis vivió del 1379 al 1471.