La primera locomotora del mundo dio un susto mayúsculo


Guillermo Murdock fue un estudioso minero que halló el modo de obtener del carbón un gas combustible, y llevando adelante sus investigaciones, llegó a fabricar una máquina de vapor diminuta que corría sobre rieles. Tenía Murdock un amigo, Ricardo Trevithick, que hizo algo más: una locomotora capaz de marchar por las carreteras.

Refiérese a este propósito que, cierta noche, salieron Trevithick y un amigo suyo a dar un paseo en la nueva máquina y, al llegar a las puertas de la ciudad, el portazguero salióles al encuentro con objeto de hacerles pagar el peaje -derecho impuesto en aquel tiempo a todos los que viajaban-; mas no bien hubo visto la extraña máquina lanzando vapor y chispas, fue tal su espanto que la voz se le ahogó en la garganta.

-¿Cuánto hemos de pagar? -le preguntó Trevithick.

Era tal el terror del infeliz, que Trevithick, al ver que no atinaba a dar respuesta alguna, le repitió en voz alta la pregunta.

-Na... nada; pasad, pasad, enhoramala, huid, espíritus malignos -exclamó el portazguero abriendo las puertas de la ciudad de par en par, convencido de que tan diabólico artefacto sólo podía ser guiado por seres verdaderamente maléficos.

Ésta fue la primera locomotora puesta en movimiento.