Las turbas asaltan el palacio y ponen al rey el gorro frigio


Un día, una gran manifestación se dirigió al palacio real de las Tullerías y obligó al rey de Francia a ponerse en la cabeza el gorro frigio de la libertad. La reina, asimismo, se vio forzada a poner otro en la cabeza del pequeño príncipe real, heredero del trono. Por entonces no se le hizo al monarca daño alguno; pero al llegar malas nuevas de la guerra, y proclamar los prusianos que París sería castigado si se tocaba al rey, el pueblo se enfureció. El palacio real fue asaltado por una turba presa de gran furor; los valientes guardias suizos, que lo defendieron tenazmente, fueron destrozados; el rey y la reina, con el resto de la familia real, se habían refugiado en la Asamblea. Posteriormente, una nueva Asamblea, en la que los jacobinos y los llamados girondinos eran mayoría, proclamó que Francia desde entonces era república, y el rey y la reina, simples ciudadanos. Antes de esto, los jacobinos habían guillotinado a un gran número de realistas, o partidarios del rey, en las llamadas matanzas de setiembre. Seguidamente llevóse al monarca a juicio. Fue juzgado por la misma Asamblea y, por último, condenado a muerte.