Labor de César y por qué conjuraron para quitarle la vida


Llegado de esta suerte a ser el hombre más importante de Roma, César trató de poner orden en el gobierno de la república y darle leyes prudentes. Pero hubo quienes creyeron que ambicionaba ser coronado rey, cosa odiosa a todo buen romano, y uniéndose a éstos los que deseaban que volviese el poder a manos del Senado y otros que tenían resentimientos particulares contra él, entre los cuales se contaban no pocos romanos de los más poderosos, se conjuraron para asesinarlo.

Cierto día, mientras se hallaba de pie junto a la estatua de su rival, Pompeyo, llegaron a él en actitud de dirigirle una súplica, cuando de pronto desenvainaron sus espadas y lo hirieron de muerte, divulgando al punto por la ciudad la nueva de que Roma quedaba libre de su tirano. Olvidaron que, aun cuando había caído César, alguien debía ocupar su lugar, o se derrumbaría el poder de Roma. En efecto, César había enseñado el único camino que era preciso seguir, y su hijo adoptivo Octavio estaba predestinado a ser el primer emperador romano, César Augusto. Mas Octavio sólo tenía entonces dieciocho años y nadie creyó pudiera ocupar el lugar que dejara el gran Julio César.