Escipión, el héroe que conquistó España y África para Roma


En una de esas batallas con Cartago empezó Publio Cornelio Escipión la carrera de las armas, siendo todavía muy joven; dícese que en una de ellas salvó a su padre de la muerte. Años después fue enviado su padre a España para arrojar de allí a los cartagineses, y murió luchando contra ellos. Entonces, no queriendo reemplazarlo ningún general romano, pues sabían perfectamente la difícil tarea que debían acometer, ofrecióse Escipión a emprenderla, porque en su corazón estaba seguro de que había de conquistar a España para Roma.

A pesar de su juventud, pues sólo contaba veinticuatro años, quedó tan conmovido el pueblo por el noble continente de Escipión, por su persuasiva elocuencia y por el valor que había demostrado, que no vaciló en entregarle el mando. La llegada de Escipión a España levantó el ánimo a todos los soldados, quienes habían demostrado hondo afecto al padre y ahora obedecían al hijo con absoluta y franca confianza.

En primer lugar se apoderó de la ciudad enemiga, Cartago Nova, y luego derrotó a los cartagineses en otras batallas, hasta que acabó enteramente con su poder. Volvió luego a Roma y persuadió a los romanos a que lo enviasen con un ejército a luchar contra la misma Cartago, en África.

El poder de Cartago quedó destruido, y Escipión recibió el sobrenombre de Africano por haber conquistado el territorio de África. Al fin, llegó el día en que Escipión viose objeto do envidia por parte de algunos hombres y de desconfianza por parte de otros. Citado ante el tribunal, desdeñó defenderse, pero recordó al pueblo las hazañas que había realizado para salvar a Roma. Conmovidos, los ciudadanos consiguieron que el juicio se anulara, pero Escipión, profundamente herido en su dignidad, abandonó a Roma, a la que jamás quiso retornar. Se dice que hizo poner en su tumba esta inscripción: “Ingrata patria, no poseerás mis huesos”.