Un monje inventa la denominada botella de Leiden


Estas dos clases de electricidades existen en todos los cuerpos, pero neutralizadas mutuamente. Cuando un cuerpo se halla electrizado posee en exceso alguna de dichas electricidades. Análogamente a lo que ocurre con el magnetismo, dos cuerpos cargados con electricidades contrarias se atraen. En vez, si poseen el mismo tipo de electricidad, se repelen.

Las invenciones se sucedieron entonces con rapidez vertiginosa. Construyéronse máquinas a propósito para frotar cilindros de vidrio con almohadillas y otras cosas, las cuales desarrollaban tan gran cantidad de electricidad que se producían chispas capaces de iniciar la combustión de las sustancias espirituosas, de la cera y de otras sustancias susceptibles de calentarse por fricción. Los conocimientos humanos relativos a la electricidad tomaron nuevo rumbo.

Un monje, inventor, y un catedrático, llamado Muschenbroek, de Leiden, ciudad de Holanda, parece que concibieron a la vez, pero separadamente, la misma idea, cuyo resultado fue la llamada botella de Leiden. El profesor electrizó cierta cantidad de agua dentro de una botella o jarro, tapado con una cubierta de metal por cuyo centro pasaba una varilla de hierro, a través de la cual era posible conducir la electricidad a donde se deseaba. El descubrimiento del poder de la electricidad se hizo de una manera fortuita. Al asir con una mano el jarro, Muschenbroek tocó por casualidad con la otra mano la varilla de hierro, y recibió tan espantosa descarga que declaró que ni por la corona de Francia se comprometería a recibir otra.