Cómo Hunter curaba a los demás sin poder curarse a sí mismo


Hunter tenía genio para el trabajo científico. Solía dar lecciones sobre sus descubrimientos, pero más a menudo ponía los frutos de su labor en manos de su hermano Guillermo. Éste decía a sus maravillados oyentes: "Yo soy simplemente el expositor; el descubrimiento se debe a mi hermano". Juan fue nombrado cirujano del rey y su fama se esparció por toda Europa.

Sus éxitos no lo envanecieron; gustaba de trabajar por trabajar, y por el bien que de ello resultaría para sus semejantes. Sin embargo, a pesar de sus profundos conocimientos, con los cuales curaba a los demás, no pudo curarse a sí mismo de la dolencia cardiaca que sufría. Un día fue a una reunión que prometía ser borrascosa. Sintiéndose mal, dijo Hunter a un amigo: "Si ocurre algún altercado será fatal para mí". El altercado sobrevino, y el pobre Juan Hunter, trastornado por la excitación, salió tambaleándose de la sala y cayó muerto de un ataque cardiaco.