Los precursores: de Faraday a Maxwell


Para explicar los diversos fenómenos que durante el desenvolvimiento sucesivo del conocimiento de la electricidad se producían, surgieron diferentes teorías, basadas todas en la creencia inicial de que la acción eléctrica se ejercía a distancia sobre los diversos cuerpos capaces de experimentarla. El descubrimiento de la corriente eléctrica motivó que se suscitasen dudas sobre aquella acción misteriosa. Miguel Faraday expresó firmemente su incredulidad acerca de tal acción y, en 1835, en ocasión de una memoria sobre una forma perfeccionada de batería voltaica, observó que la corriente eléctrica se propagaba como si existiesen partículas pequeñas de electricidad.

Las ideas de Faraday no cayeron en el olvido, y su compatriota James Clerk Maxwell las recogió, treinta años después, para traducirlas al lenguaje matemático y sacar de ellas consecuencias trascendentales. La idea fundamental de Maxwell fue comparar la corriente eléctrica con el paso de un fluido incompresible, del cual un río caudaloso de cauce irregular puede dar una imagen aproximada. En el trayecto de un río, aun cuando circula un mismo volumen de agua en un tiempo dado, el líquido corre con menor velocidad en los lugares donde es más ancho el cauce que en los lugares donde el cauce es más estrecho y también más profundo.

Como la presencia del aire no es necesaria para que los fenómenos eléctricos puedan ocurrir, puesto que igualmente se producen en el vacío, Maxwell tuvo que admitir la existencia de un fluido hipotético que abarcara todo el espacio. Dicho fluido, llamado éter por los físicos y químicos, sería, según la opinión de Maxwell, el que por su circulación daba origen al fenómeno eléctrico. Así es como se completaban las ideas de Faraday, el gran discípulo y sucesor de Davy, con las de Maxwell.

Al advertir en los experimentos realizados, analogías entre los fenómenos luminosos y caloríficos y los eléctricos, Faraday se propuso comparar entre sí velocidades de propagación, y con este motivo entró en relación con Maxwell. Las determinaciones verificadas dieron por resultado una velocidad de propagación de unos 300.000 kilómetros por segundo y este aserto obligó a Maxwell a considerar que la luz, el calor y la electricidad no eran otra cosa que vibraciones del éter de diferentes longitudes de onda, con lo que quedó establecida la naturaleza electromagnética de la luz y del calor. Así formuló Maxwell su teoría dinámica del campo electromagnético. Enseguida varios investigadores se dedicaron a comprobar la posibilidad de producir prácticamente ondas electromagnéticas que se propagaran a distancia, como lo permitían prever los cálculos efectuados por aquél.