Vida de un patriarca americano: Jorge Washington


En las antiguas colonias inglesas de América del Norte la dura vida de lucha con la naturaleza y los indígenas pronto convertía a los jóvenes en aguerridos soldados. Jorge Washington fue uno de ellos. Aunque hijo de un rico propietario, desde pequeño compartió todos los peligros y azares de la vida colonial, y cuando, todavía adolescente, la muerte del padre y del hermano mayor lo llamaron a dirigir los intereses de la familia, hízolo con la misma rectitud con que después gobernaría a sus conciudadanos.

Durante las guerras entre Francia y Gran Bretaña mandó algunas unidades americanas que se batieron en la frontera canadiense, y pronto su pericia y prudencia fueron conocidas por ambos contendientes. Cuando las colonias, cansadas de verse mezcladas en las querellas de los países europeos y deseosas de gobernarse por sí mismas, rompieron con la metrópoli, los dirigentes fueron en busca de Washington para que los llevara a la victoria. Los ejércitos sólo eran legiones de hombres harapientos; había que hacerlo todo y faltaba de todo. Washington transformó sus milicianos en aguerridos soldados, combatió sin desmayo al enemigo, y frente a cada revés de sus armas proclamó su voluntad de vencer. Reconocida la independencia de Estados Unidos, se retiró a su posesión Mount Vernon. Allí fue a buscarlo el reconocimiento de sus conciudadanos para elevarlo a la primera magistratura del país, del que por dos períodos rigió los destinos, y cuando por tercera vez quisieron reelegirlo, con un desinterés que ha quedado para ejemplo de todos los gobernantes del mundo, advirtió al pueblo con qué facilidad un gobernante puede transformarse en tirano, y se retiró definitivamente para llevar la vida de un simple ciudadano.