Martí, el apostol de la libertad, cae víctima de su arrojo


Nació en un hogar pobre. Ya a los dieciséis años, el futuro héroe nacional de Cuba se hace sospechoso a las autoridades españolas. Poco después, por sus actividades revolucionarias, es condenado a presidio y trabajos forzados en las canteras, y en 1870 se le conmuta la pena por la deportación a España. Entonces comienza su verdadero camino de lucha y apasionamiento. Vive siempre en el destierro, y la luz radiante de su cielo cubano es la perpetua añoranza de sus ojos. Proclamada en 1873 la república en España, puede abandonar la metrópoli, para recorrer el mundo. Como Miranda, en todas partes busca ayuda y conspira. Los amigos de la libertad siempre lo acogen en su seno. Acicateado por su ideal, escribe continuamente; de su pluma salen proclamas, toda clase de escritos, y en ellos siempre están presentes sus afanes y el temor de morir antes de ver a su Cuba libre. En 1892 Martí está al frente del Partido Revolucionario. Funda en Nueva York un diario, realiza continuas giras de propaganda, hasta que ve deshecha su obra y en peligro su vida por una traición. Con patriotismo incansable, organiza los preparativos para la guerra de 1895, que habría de liberar a su patria; parte en una expedición para Cuba, y desde el momento de desembarcar da altos ejemplos de coraje y entusiasmo. Encuentra la muerte en la acción de Dos Ríos, al embestir, en un arranque de heroísmo, contra las fuerzas españolas. Tenía apenas cuarenta y dos años.