De cómo un esclavo llegó a ser un gran general: historia de Narsés


Con todo, no bastó la difusión del cristianismo para hacer cesar la esclavitud. En los tiempos del emperador Justiniano cobró gran fama otro esclavo, de origen armenio, llamado Narsés. Era Narsés un pobre tullido, de quien todos hacían chacota; tenía aspecto tan poco varonil, que fue puesto a servir entre las esclavas. Mas advirtiendo Justiniano que Narsés era hombre hábil, lo libertó y le confió cargos importantes.

Y, cosa en extremo rara: fue excelente consejero de guerra; tanto es así que fue enviado en ayuda del gran Belisario, que capitaneaba en Italia los ejércitos romanos trabados en guerra con los godos.

En aquella época la sede del Imperio Romano no estaba en Roma, sino en Bizancio, hoy Constantinopla. Los godos, tribus bárbaras del septentrión, se enseñoreaban en Italia, y Belisario fue el encargado de hacerles frente. Cuando este valeroso y entendido general cayó en desgracia y fue llamado a Constantinopla, Narsés ocupó su puesto y logró borrar con grandes batallas victoriosas toda huella del dominio y de la población goda en Italia, restituyendo ésta al Imperio Bizantino.