Las escuelas a las que concurren los niños de Suiza


Los suizos creen que sólo “la educación hace libre al hombre”; por eso, de tal manera está organizada la enseñanza que aun los niños más pobres y los que viven en los valles más solitarios participan plenamente de todos sus beneficios; de manera que no hay analfabetos y casi todo el mundo está capacitado para tomar parte en el sufragio universal, por el cual se gobierna esta nación.

La escuela obligatoria abarca la vida del joven suizo entre los seis y los quince años de edad; las escuelas públicas elementales reciben un subsidio por parte de la Confederación, y la enseñanza es gratuita. Esta escuela gratuita elemental es el centro de enseñanza al que prácticamente han acudido todos los suizos; es la auténtica escuela popular, en la que se sientan codo con codo los hijos de padres ricos y padres pobres; hijos de artesanos, campesinos, funcionarios, comerciantes, industriales, nativos y naturalizados, se encuentran en las mismas aulas y reciben idéntica enseñanza. La constitución federal prescribe que la escuela debe ser atendida por representantes de todos los matices políticos y sociales, sin perjuicio para su libertad y su conciencia. Las escuelas secundarias y superiores, y aun las universidades, son instituciones estatales. Suiza posee siete universidades, cuatro de ellas en los cantones de la Suiza francesa -Ginebra, Lausana, Neuchátel y Friburgo-y tres en los de la alemana: Berna, Zurich y Basilea. En San. Gall se encuentra una escuela de economía y administración pública. El Instituto Técnico Federal de Zurich goza de gran fama incluso en el exterior del país. En Suiza no existen universidades particulares.

Desde la introducción de la maquinaria, las industrias suizas han crecido maravillosamente, a pesar de que la pequeña república carece de carbón y de territorio marítimo. La fuerza del agua que cae a torrentes de las montañas se utiliza para poner en movimiento aserraderos y otras fábricas. Asimismo, a principios del último siglo, el célebre monasterio de San Gall quedó convertido en fábrica de hilados, y en Zurich y puntos circunvecinos se levantan otras fábricas de telas de algodón y bordados que empiezan a ser famosos en todo el mundo. La producción de géneros de seda se halla principalmente en Zurich y Basilea; Neuchátel y Ginebra se dedican a la fabricación de relojes e instrumentos de música.

Por diversos puntos de la frontera suiza penetran los trenes cargados de carbón y de las materias primas que necesita este industrioso país, y a. su regreso se llevan la obra ya terminada. También importa Suiza grandes cantidades de grano, café, arroz, huevos y otros alimentos.