Viena cambia su fisonomía de antigua y potente ciudad imperial


La Viena imperial se transformó radicalmente una vez proclamada la república; fue desde aquel momento una colmena donde sabios, obreros y estadistas trabajaban sin descanso por la recuperación nacional.

Esta transformación de Viena trajo aparejados grandes cambios políticos. Afluyeren a la ciudad gran número de obreros, y de centro de un imperio se convirtió en baluarte del socialismo. Durante mucho tiempo el gobierno municipal estuvo en manos de los socialistas, mientras el gobierno federal pertenecía a los grupos cristianos. Las cuestiones sociales que agitaban al mundo tuvieron gran repercusión en Austria, empobrecida por la guerra, y siguieron, en consecuencia, muchos disturbios. La situación interna y externa se agravó cuando Hitler asumió el mando de Alemania, pues pretendía la unión integral de Austria al Reich alemán. El canciller Dollfus tuvo que realizar grandes esfuerzos para evitar la eventual anexión, que por dos veces fue eludida gracias a la intervención de Mussolini, gran amigo suyo. Por último, un grupo de nazis austriacos, disfrazados de soldados, penetraron en el palacio de la Cancillería y asesinaron a Dollfus; así se provocó una revuelta. El príncipe Staremberg consiguió, al frente del ejército, sofocarla.

Estos acontecimientos empeoraron la situación de Austria y dieron pábulo a Alemania para intervenir. El presidente Miklas entregó el poder al que fuera ministro de Justicia en el gabinete de Dollfus, Schuschnigg, quien, después de infructuosas negociaciones, aceptó la anexión con Alemania en el año 1938.