La mano de un rey y una corona enterrada cerca de la puerta de hierro.


¡Encantador panorama! En medio del cuadro descrito se desliza el Danubio, cuyas aguas surcan infinidad de embarcaciones de todas clases, y cuyas orillas están ocupadas por numerosos hoteles de primera categoría.

No muy lejos se halla el ex-palacio real, residencia del monarca cuando visitaba la capital; edificio muy hermoso, con salas espléndidas, grandes estancias y artísticos patios, que resultó severamente dañado durante la segunda Guerra Mundial.

En la capilla del palacio real se venera, como preciada reliquia de la nación, la mano derecha momificada de san Esteban, la cual es paseada procesionalmente y exhibida al público en la festividad del santo; y en una de ¡las cámaras del mismo palacio se conservan varios tesoros históricos, de considerable valor, como la corona sagrada, cuya parte inferior fue regalada a san Esteban por el papa Silvestre II, en el año 1000. No obstante haber sido siempre conservada y guardada con cuidado, corrió dicha joya diversas vicisitudes. Luis Kossuth la guardó enterrada durante cuatro años, como medida de precaución, cerca de la Puerta de Hierro, punto por donde el Danubio sale de Hungría.