El campo de Mohacs, tumba del pueblo húngaro


Budapest se deja con pena, si se ha permanecido algún tiempo en ella, pero con el consuelo de que aún queda; mucho por ver en el resto del país. El vapor continúa su recorrido a lo largo del río, que cruza extensas llanuras. Cuando el viajero avanza hacia el mediodía queda sorprendido por la gran variedad e interés que ofrecen las costumbres y los trajes del pueblo. Los grandes campos nos recuerdan que su trigo es excelente; los canales y pantanos demuestran la gran habilidad de los húngaros para conducir y regular las aguas del Danubio en extensos valles.

En el campo de Mohács, centro de esta región, murieron el rey Luis II, los nobles y casi todos los que le siguieron, en la titánica lucha sostenida con los turcos que avanzaban victoriosamente hacia Buda. Siglo y medio después, en 1687, Carlos II de Lorena libró allí la batalla que puso término a la dominación de Turquía.

Muy agradable es permanecer algún tiempo en Erdely, país-bosque, llamado Transilvania, y al que, por su belleza, se denomina la Suiza Húngara. Allí disfrutan considerablemente los aficionados a los bosques de pinos, cuevas y ciudades antiguas. En esta región nació el célebre rey Matías.