La capital y las principales ciudades de la república otomana


La capital de la República Turca (Türkiye Cümburiyeti es su denominación oficial) es la ciudad de Angora o Ankara, situada en la meseta de Anatolia (Asia Menor), a orillas del alto Sacaris y a 870 metros de altura. Ankara es la antigua Ancyra de la Galacia, ciudad de los tectosages, que en tiempo del emperador Augusto habitaban la Galacia. Centro del camino militar de Bizancio a Siria, su estratégico emplazamiento le dio preponderancia entre las ciudades del Asia Menor. La ocuparon los árabes en el año 621, fue reconquistada por el Imperio Bizantino, y, finalmente, incorporada al Imperio Turco por Amurates I, en el año 1370. Ankara ha sufrido grandes transformaciones y, si bien conserva recuerdos y monumentos de sus viejos tiempos, hoy es una ciudad moderna y activa.

Brusa, la antigua Prusa ad Olympum, que fuera capital del reino de Bitinia y residencia de los sultanes otomanos desde 1327 hasta 1453, es una importante ciudad de la moderna Turquía, que conserva varias mezquitas antiguas, del más puro estilo oriental.

Eskisher o Eski-Sehir, en Asia Menor, a orillas del río Timbris, es la antigua Dorilea, del reino de Frigia, en cuyas inmediaciones el ejército cristiano de la primera cruzada, al mando de Godofredo de Bouillon, venció a los turcos seléucidas, mandados por el emir Solimán, el l9 de julio de 1097. La ciudad, que conserva numerosas reliquias de la antigüedad, fue modernizada y tiene un ritmo de vida occidental en sus barrios nuevos. Uno de los principales puertos turcos del mar Egeo es la ciudad de Esmirna, en la costa del golfo del mismo nombre. En la antigüedad se creyó que había sido fundada por la amazona Esmirna. Fue colonia de Éfeso; comenzó a ser nombrada en el siglo iv antes de Cristo y a adquirir importancia después de las conquistas de Alejandro Magno. Su ubicación fue causa de sus continuos cambios de dueño. Se sometió sin lucha a Roma y luego pasó a poder de Bizancio. Los turcos seléucidas la tomaron y saquearon en el año 1084, pero fue reconquistada por los griegos tres años más tarde; los otomanos se apoderaron de ella en 1322 y la perdieron en 1341. Las hordas del gran conquistador tártaro Tamerlán la sometieron a un terrible saqueo en 1402; veinte años después volvió definitivamente a poder de los turcos. De su pasado esplendor conserva ruinas interesantes y de gran valor histórico, entre ellas las de un templo de Afrodita y las de un antiquísimo palacio bizantino. Esmirna tiene industrias manufactureras de alfombras y tapices que le han dado fama mundial.