Estambul es una maravillosa mezcla de oriente y occidente


Es indudable que la ciudad más interesante y renombrada de Turquía es Estambul, la antigua Constantinopla, cuya preponderancia en el Mediterráneo Oriental se mantuvo durante mil quinientos años, desde la época de Constantino el Grande, su fundador, hasta principios de nuestro siglo.

A orillas de una hermosísima bahía, llamada con todo acierto el Cuerno de Oro; unida por el estrecho del Bósforo a dos mares: el de Mármara por el Sur y el Negro por el Norte, se levanta esta portentosa urbe, maravillosa mezcla de Oriente y Occidente, y de lo antiguo con lo moderno. Ciudad de fuertes contrastes, tanto por su arquitectura como por las costumbres de sus habitantes, atrajo la curiosidad de los turistas occidentales, sobre todo hasta el primer cuarto de nuestro siglo, en que comenzó la europeización de Turquía y, en mayor grado, la de su milenaria ex capital. Estos cambios produjeron una profunda alteración en las costumbres, y la metrópoli perdió con ello uno de sus mayores atractivos: el colorido.

Sin embargo, en la parte de la ciudad vieja que no fue destruida por el terrible incendio de 1912, quedan numerosos aspectos tradicionales: callejuelas estrechas y tortuosas; casas miserables y pequeñas, totalmente de madera; locales sin puertas ni escaparates en lugar de tiendas

Constantinopla es extraordinaria: edificios de todas clases se elevan en las vertientes; hermosas residencias y sombreados palacios, bajan por doquier hasta la misma orilla del mar y aquí y allá se alzan numerosos alminares y cúpulas o agujas de las mezquitas. Los restos del pasado esplendor son numerosísimos; los monumentos de la época romana, hoy en ruinas en su mayor parte, como el palacio de Justiniano y los restos de la gran muralla, se extienden desde el Cuerno de Oro hasta el mar de Mármara y nos traen a la memoria los sitios y ataques que sufrió la gran ciudad en los pasados siglos. Se conservan, sin embargo, en buen estado la notable iglesia de Santa Sofía, edificada por Justiniano y que los turcos transformaron en mezquita; el palacio del Serrallo, suntuoso edificio rodeado de jardines, residencia de los sultanes, y el de la Sublime Puerta, que era la del gran visir.

Estambul fue fundada por el emperador Constantino el Grande, con el nombre de Nueva Roma, el año 330 de nuestra era, y en las inmediaciones de la ciudad griega de Bizancio, a la que absorbió rápidamente.