Antiguos sitios históricos dejan en el ánimo un recuerdo de glorias pasadas


Las capitales de Jordania, Siria y Líbano son, respectivamente, Ammán, Damasco y Beirut. Jerusalén, la ciudad santa de la cristiandad, también cuele ser residencia del gobierno jordano, y durante ese período, capital del Estado, aunque parte está enclavada en territorio judío.

La ciudad de Damasco, capital de Siria, es tan antigua que ya aparece mencionada en la Biblia. Además su nombre es familiar a los niños de todo el mundo, pues los relatos orientales hablan de ella tanto como de Bagdad, la ciudad de los relatos de Las Mil y Una Noches. Muchos sostienen que Damasco, llamada también Damas y Esh Sham, es la ciudad más antigua habitada sin solución de continuidad por el hombre. Fue sitiada y conquistada; parcialmente destruida y reconstruida muchísimas veces, desde los tiempos de Abraham hasta nuestros días. Fue atacada por guerreros tan notables como David, Teglatfalasar III, y Alejandro el Grande, y ocupada por ejércitos extranjeros, desde el israelita de David hasta el alemán, durante la primera Guerra Mundial, sin olvidar a los romanos, a los turcos, y a los ingleses.

Beirut, la primera ciudad libanesa, es uno de los más importantes puertos del Levante, famosa por sus olivares ya desde remotos días; los historiadores afirman que Beirut estaba ya poblada unos 1.500 años antes de Cristo; considerable parte de su vida, en aquellos tiempos, fue vasalla de los faraones. En el año 140 a. de J. C. la ciudad fue totalmente destruida por Trifón, en uno de los combates por la posesión del trono de los seléucidas; poco después de haber sido reconstruida, fue tomada por Marco Agripa, el gran general romano.

Tradicionalmente, el sector del Levante ocupado hoy por Siria, Líbano y Jordania, ha sido escenario de choques entre dos mundos: Oriente y Occidente, desde los días mismos en que Alejandro irrumpió allí al frente de sus bravas falanges macedónicas. En nuestros días la oposición entre esas dos formas de vida se ha atenuado grandemente, pero sigue en pie la lucha por los intereses contrapuestos, especialmente desde que las investigaciones geológicas revelaron la fabulosa reserva petrolífera encerrada bajo esos desiertos arenales.

Empero, así como geográfica y culturalmente el Asia árabe es un puente entre tres continentes -Europa, África y Asia- puede serlo también en el terreno de la cooperación y la buena voluntad mundial, si el entendimiento humano priva sobre las pasiones y la ambición.