Las huestes cristianas baten a los almohades en las navas de Tolosa


Glorioso fue el reinado del primer monarca castellano; conquistó la orilla izquierda del Duero, tomó varias ciudades lusitanas e hizo sus tributarios a los reyes moros de Badajoz, Zaragoza, Toledo y Sevilla. Pero a su muerte cometió el error de repartir el reino entre sus hijos, con lo que aquel primer paso hacia la unidad resultó frustrado.

Sancho II, a quien correspondiera la corona de Castilla, murió en el sitio de Zamora, al tratar de arrebatar esta plaza a su hermana doña Urraca, como antes hubo tomado León a su hermano don Alfonso. Después de jurar ante el famoso Rodrigo Díaz de Vivar que no había tenido parte en la muerte de su hermano, el de León ciñó la corona bajo el nombre de Alfonso VI (1072).

La figura señera del Cid Campeador domina esta época; desterrado de Castilla, realizó magnas conquistas en Valencia, hasta hacerse dueño de la capital; entretanto, el monarca conquistaba a Toledo y rendía a Sevilla, aunque una embestida de los almorávides hizo después retroceder a las huestes cristianas.

La guerra continuó con altibajos durante casi un siglo, hasta que, obtenida de Inocencio III la publicación de una cruzada, alistáronse en ella más de 60.000 extranjeros, que vinieron a engrosar las filas de Alfonso VIII de Castilla y de sus aliados los reyes de Navarra y Aragón; estas fuerzas dieron batalla contra los moros en las Navas de Tolosa, el 16 de julio de 1212, y el triunfo que en ella obtuvieron los caballeros cristianos salvó a España, pues la expedición que habían preparado los almohades era una de las más numerosas, y su objetivo, el sometimiento total de la península.

Fernando III el Santo heredó a su padre, Alfonso VIII el de las Navas, y fue uno de los más gloriosos caudillos de la reconquista, al punto que dejó a los muslimes reducidos a la sola posesión de Granada; empero, por causa de las aspiraciones que su hijo Alfonso el Sabio alentó respecto del trono de Alemania, la empresa cristiana de la reconquista fue desatendida, y los moros lograron nuevamente importantes victorias.