Intranquilidad colectiva en el mundo occidental

¿Qué hicieron en tales circunstancias las demás naciones? Deseosas de evitar una nueva guerra y seguras de poder encauzar hacia un desenlace pacífico el descontento que gradualmente se apoderaba del mundo, toleraron a los dictadores muchas arrogancias, accedieron a algunas de sus imposiciones, y a veces demostraron una debilidad injustificada.

La Sociedad de las Naciones, que funcionaba en Ginebra, Suiza, demostró ser impotente para poner freno a las ambiciones de algunos de los países que la formaban. Falta del apoyo de Estados Unidos de América, que nunca se incorporó a ella por querer mantenerse aislado de las cuestiones europeas, y sin una fuerza efectiva para hacer cumplir sus acuerdos, debió contemplar, sin ser capaz de evitarlo, cómo Italia se lanzó a la conquista de Etiopía para satisfacer el deseo de Mussolini de restaurar el Imperio Romano, y la intervención activa de Alemania, Italia y Rusia en la guerra civil que estalló en España. La expulsión de Italia de aquel organismo mundial y las sanciones que el mismo le aplicó no tuvieron consecuencias efectivas, pues, como hemos dicho, carecía de fuerza para hacer cumplir sus decisiones.