Gran Bretaña queda sola ante sus enemigos triunfantes

Derrotada Francia, quedaron Alemania e Italia dueñas de Europa. En ese momento sólo un paso faltaba al Eje para ganar por completo la guerra: eliminar al último beligerante, Gran Bretaña. Además, en el norte de África los italianos ocuparon la Somalia Británica y amenazaban la vital posición del canal de Suez, pues se acercaban a la frontera egipcia.

Gran Bretaña sólo estaba defendida contra la poderosa maquinaria bélica alemana por el canal de la Mancha. Este canal, con sus escasos cuarenta kilómetros de ancho, parecía poca cosa para detener la embestida del ejército que había arrasado a Europa. Sin embargo, fue el muro de contención que permitió a Gran Bretaña armarse, luchar y triunfar.

Las nuevas bases que la victoria en Francia brindó a los alemanes pusieron en peligro las vías de comunicación del Imperio Británico. Además, los aviones enemigos cubrían su cielo; Londres y otras ciudades eran prácticamente arrasadas. A cada minuto el mundo esperaba la noticia de la invasión de las islas Británicas. Los civiles se armaron, dispuestos a luchar casa por casa. En ese momento se decidía el destino de dos imperios: el británico y el que Hitler tenía la ambición de formar.