La solemne declaración de la independencia de los Estados Unidos


Pronto pudo comprenderse el acierto en elegir a aquel comandante en jefe. Washington regularizó el enganche, consiguió mantener en filas a muchos veteranos, dio impulso a la fabricación de armas y municiones, estableció un campo atrincherado, de 5.000 hombres, junto a Nueva York, colonia que había acabado por adherirse a la confederación, después de haber permanecido adicta a Inglaterra hasta la batalla de Lexington, y como importaba atraerse a los indios, prohibió que los colonos los molestaran en lo más mínimo.

Ya no era posible contener el movimiento emancipador. La Carolina del Norte se había declarado independiente, después de una derrota infligida al general inglés Clinton en Moore's Creek (febrero de 1776); habían sido expulsados muchos gobernadores reales y derribada la estatua de bronce erigida en Nueva York en honor al rey Jorge III.

En la sesión del 7 de junio de 1776 el diputado Ricardo Enrique Lee, de Virginia, presentaba al Congreso una proposición declarando que las colonias unidas eran, y tenían derecho a ser, Estados libres o independientes. Puesto a discusión el asunto, votaron trece colonias el día 2 de julio en favor de lo propuesto, y el 4 del mismo mes era proclamada la Declaración de Independencia, escrita por Tomás Jefferson y acogida por doquier con delirante entusiasmo.