La paz de 1783, los servicios diplomáticos de Benjamín Franklin en Francia


Había que apelar a medios supremos: el Congreso proclamó dictador a Washington (diciembre de 1776), y quedaron superadas todas las esperanzas que en él se habían puesto.

Admirable fue la campaña de 1777. El renombrado general inglés Bourgoyne a cuya pericia se confió el mando de una expedición que, bajando desde el Canadá por el Hudson, debía reunirse con Howe para desembarcar juntos en el Maryland, tuvo que capitular y entregarse prisionero a Washington con 3.500 hombres. Con este triunfo quedó compensada la pérdida de Filadelfia, capital de la Confederación, caída en poder de Howe poco antes.

Mientras proseguía la lucha, apelaba el Congreso de los confederados a las artes diplomáticas para que prestaran Francia y España, esto es, los Borbones, su concurso a la causa de la independencia colonial. Al efecto pasó a verse con Luis XVI una comisión presidida por el insigne ciudadano Benjamín Franklin, que obtuvo un éxito notable. Todo el mundo, comenzando por la aristocracia versallesca, se mostró entusiasmado por la causa de la independencia de las colonias británicas; el marqués de Lafayette organizaba una expedición de la que formaba parte la flor y nata de la nobleza gala para acudir en socorro de las mal organizadas milicias americanas; el Estado llano ofrecía armas y municiones, y las duquesas se dedicaban con ardor a la propaganda de la Declaración de los Derechos del hombre, proclamada en Filadelfia.

Ello fue que, gracias a la inmensa popularidad de la comisión norteamericana, cuyo jefe era obsequiadísimo en los salones de París, donde se presentaba vestido con el rústico traje de plantador, Luis XVI acabó por reconocer a Estados Unidos como nación independiente (febrero de 1778), lo cual equivalía a una declaración de guerra a Gran Bretaña.

Al concurso de Francia siguió el prestado por España y Holanda (1779); Inglaterra sacaba fuerzas de flaqueza para mantener su dominación, pero no contaba con tropas bastantes para hacer frente a los independientes y sus aliados. Aunque no hubo batallas importantes, no por eso se dejó de pelear, principalmente en el Sur, abandonado ya el plan de incomunicar aquellas colonias con las del Norte.

Quedó, por fin, decidida la campaña con el desastre sufrido en York Town por el general inglés Cornwalis, que tuvo que rendirse con los 7.000 hombres a sus órdenes, vencido por las fuerzas unidas de Washington y el francés conde de Rochambeau (19 de octubre de 1781).