Insurrección de los indios y terribles represalias de los británicos


No se les ocultaba a los naturales que con la expulsión de los franceses, que tan benévolamente los trataban, caerían bajo un yugo férreo; de ahí que, bajo la dirección de los indios del Delaware, se constituyera una poderosa liga para oponerse a la dura dominación que amenazaba. Sonrió en un principio la fortuna a los insurrectos, que se apoderaron de casi todos los fuertes ocupados por los ingleses, pero pronto tomaron éstos el desquite, entregándose a las más terribles represalias. Retoñó la sublevación al siguiente año (1764) y fue de nuevo vencida, por lo cual renunciaron los indígenas a prolongar la resistencia, y concertaron la paz.

Durante el período de calma que siguió se efectuaron numerosos reconocimientos en los países del Oeste; descubriéronse entonces los característicos monumentos levantados por aquellas tribus a orillas del Ohio y alrededor de los lagos, consistentes en los llamados túmulos o mounds, formados por dos recintos de tierra, cuadrado el uno y redondo el otro, unidos entre sí por una calzada orillada de paredes de tierra aspilleradas, a manera de una fortificación.

A todo esto, y con la creciente prosperidad de que gozaban, comenzaron los colonos a pensar que para nada necesitaban ya la protección de la metrópoli y que podrían regirse con entera independencia sin tener que sufrir las vejaciones impuestas al comercio, con tantas restricciones y exigencias de pagos, puesto que ningún derecho tenía para ello el Parlamento, en el cual no figuraba ningún representante colonial.