Guerra con Inglaterra: la campaña del Canadá y la paz de gante


Así transcurrieron años, hasta que Napoleón, llegado al poder, procuró atraerse a Estados Unidos, faltando a lo concertado con España. Había ésta cedido a Francia, en 1800, el territorio de la Luisiana, a condición de que, en caso de no convenirle su posesión, lo devolviese al rey que lo había donado; pero en vez de proceder así,  entregó Bonaparte dicho territorio a Estados Unidos (1803).

No podía Gran Bretaña perdonar la separación de sus antiguos colonias, agravada por las manifiestas inclinaciones do éstas a Francia, y de ahí que sostuviese el derecho que decía tener a hacer levas de ciudadanos de la Unión para la tripulación de unas escuadras, alegando que los americanos eran de origen inglés. Pero no era éste el único agravio, sino que los ingleses azuzaban contra Estados Unidos a los indios del Oeste, en términos de costar muchísima sangre el repelerlos; y de ahí que, apurados todos los medios diplomáticos, acabara la Unión por declarar la guerra a su antigua metrópoli (1812), a pesar de la inferioridad de sus fuerzas. Comenzó la campaña inmediatamente por el Canadá y duró dos años. En un principio perdieron los americanos casi todos los fuertes que tenían en dicho territorio. Muy débiles aún los lazos entre los Estados, negáronse los de Connecticut, Massachusetts y el Nuevo Hampshire a suministrar tropas; vencieron los ingleses a sus contrarios en los combates navales del lago Ontario, y casi la única compensación de tantos reveses fue la captura de muchos buques británicos por los corsarios de la Unión en el Atlántico.

Todo era desaliento; y, por si no bastaran tamañas contrariedades, los Estados del Norte repetían su amenaza de separarse, por no obtener beneficio alguno de su permanencia en la Confederación.

El restablecimiento de la paz, con la caída de Napoleón, facilitó a Inglaterra la libre disposición de sus ejércitos y escuadras para someter de nuevo a su dominación las colonias; y, como era harto evidente el peligro que amenazaba en común, el instinto de conservación restableció la unidad de los esfuerzos para la resistencia. Un ejército inglés atacó a los Estados del Norte por el Canadá; otra expedición, al mando de lord Cochrane, desembarcaba en la costa del Atlántico y se apoderaba de Washington, la capital federal, donde destruía los principales monumentos; en cambio, los buques americanos capturaban la flotilla del lago Champlain, y el general Andrés Jackson derrotaba a los indios creeks, que apoyados por los ingleses habían invadido algunos Estados del Sur.

Reembarcóse Cochrane después de su incursión hasta Washington y se estableció en Pensacola, en la Florida, pero acudió contra él Jackson y lo derrotó. Rehechos los ingleses, resolvieron invadir la Luisiana, y comprendiendo el ilustre vencedor de los creeks la importancia de conservar aquel territorio, llave del Misisipí, se fortificó en Nueva Orleáns. Atacada la ciudad el día 8 de enero de 1815 por las tropas inglesas de sir Eduardo Packenham, cuñado de Wellington y que había servido a sus órdenes en los últimos años de la guerra de España, alcanzó Andrés Jackson el más decisivo triunfo, pues en menos de media hora dejó el enemigo más de 2.600 muertos y heridos al pie de las formidables trincheras construidas pollos americanos, y entre los primeros el mismo Packenham. Tuvieron los defensores tan sólo 8 muertos y 13 heridos. Esta fue la más brillante victoria de toda la guerra.

Lo lamentable fue que no tardó en saberse que aquel terrible derramamiento de sangre había sido completamente inútil, pues el día de Navidad, o sea dos semanas antes, se habían firmado las paces; pero, como no existían entonces los medios de comunicación de que se dispone hoy, la noticia llegó mucho después.

El tratado de paz antedicho había sido concertado en Gante y constituía un documento singularmente raro. El principal motivo de la guerra había sido que los buques ingleses detenían a los americanos en averiguación de si llevaban contrabando, y hacían levas de marineros, so pretexto de ser aquéllos súbditos ingleses.