Estructuración definitiva del país y prosperidad de Estados Unidos


La terminación de la guerra señaló el fin de la debilidad de la nueva nación. Había quedado demostrado que si los americanos estaban bien mandados, podían luchar con los mejores soldados de Europa; y no se había hecho menos patente que por mar no tenían igual. En trece batallas navales habían obtenido la victoria once veces, y no se conocía caso igual en otra nación alguna.

Con eso creció la confianza en las propias fuerzas. Si en un principio los ciudadanos estaban más celosos de la libertad de sus Estados que de la fuerza de la nación, convenciéronse ahora de la importancia que tenía la unión entre todos ellos, como garantía de la mutua prosperidad y pujanza. Al terminar la guerra, los Estados eran ya dieciocho, y en menos de diez años fueron admitidos seis más.

El movimiento de penetración en el Oeste, siempre proseguido, se acrecentó aun más después de la guerra. Millares de hombres abandonaron las estancias del Este para fundar nuevos hogares en las soledades del Far West. Taláronse bosques, construyéronse granjas, surgieron ciudades como por arte de magia.

Estados Unidos había entrado resueltamente en la senda del progreso, pero en condiciones tan excepcionalmente favorables, que en ningún otro país del mundo puede encontrarse ejemplo semejante en punto a desarrollo de todos los elementos morales y materiales.