Los braganzas reinaron durante dos siglos en Portugal


Sucedió a Juan IV su hijo Alfonso VI (1656), pero tuvo que abdicar por demente, y lo sustituyó Pedro II, quien, en 1688, hizo reconocer la independencia de Portugal por España, y bajo cuyo reinado cesaron de reunirse las Cortes. Heredaron sucesivamente la corona Juan V (1706); José I, que reinó desde 1750 a 1777, durante cuyo período ocurrió el horrendo terremoto que dejó convertida en ruinas a Lisboa (1775) y se publicó el decreto de expulsión de los jesuitas; y María, hija de José, que tuvo un reinado agitadísimo. Enlazado estrechamente Portugal con Gran Bretaña por el auxilio que le prestó ésta en la guerra de separación de España, siguió su suerte en las luchas con la República Francesa primero, y con el Imperio después. En 1796 doña María contrajo una enfermedad que le impidió continuar su reinado, por lo cual ejerció la regencia su hijo, el príncipe del Brasil, quien, muerta su madre en 1816, se llamó Juan VI.

Al ser invadido Portugal por los franceses, en el año 1808, el regente se retiró al Brasil, de donde volvió el año en que se coronó rey, y a donde regresó. Entretanto, en 1820, proclamaban los patriotas de Oporto el régimen constitucional. Presentóse entonces Juan VI, que se apresuró a aceptar el nuevo código. En cambio, su esposa y su hijo Miguel se negaron a ello. Estalló la guerra civil, y de aquellas turbulencias se aprovechó Pedro de Alcántara, hijo de Juan VI, para hacerse proclamar emperador de Brasil.

Fallecido el rey, en 1826, correspondía la corona a su hijo el emperador, con el título de Pedro IV, quien abdicó en favor de su hija doña María de la Gloria, todavía niña; su tío Miguel le usurpó la corona que ciñó hasta 1833, en que fue expulsado.

Doña María de la Gloria, casada con el príncipe Fernando de Coburgo, legó el trono, en 1853, a su hijo Pedro V, quien reinó pacíficamente y murió llorado de sus súbditos (1861). Sucedióle su hermano Luis II, que abolió la pena de muerte por delitos políticos y la esclavitud en las colonias. Al morir, en 1889, sucedióle su hijo Carlos, impopular a causa de sus dilapidaciones y de su política personal. Dispuesto a implantar un régimen arbitrario, se tramó contra él una conspiración, y al pasar en coche por el Terreiro do Pazo, con su esposa doña Amelia, el príncipe heredero y el infante don Manuel, cayeron asesinados él y su primogénito (1" de febrero de 1908). La corona pasó, en consecuencia a las sienes del infante Manuel cuyo reinado fue corto, pues una insurrección de la marina lo destronó y Portugal se constituyó en república.