De cómo Afghanistán ha sido víctima, a lo largo de muchos siglos, del afán de conquistas


Muy diferente ha sido la historia del Afghanistán, en el otro lado del Pamir. La mayoría de los conquistadores atravesaron el paso de Jaiba -unos 52 kilómetros de largo y en algunas partes sólo de 9 a 21 de ancho- para llegar a los ricos llanos de la India; y se han registrado muchas luchas encarnizadas en otros pasos y en ciudades importantes -llaves, todas ellas para entrar en la India- así como en las estaciones de las antiguas rutas a la Indochina francesa y a Persia.

El país ha sido víctima de todas las devastaciones y conquistas ocurridas en los pasados siglos, pues árabes, turcos y mongoles lo han cruzado sucesivamente. Durante algún tiempo, como sabemos, dominó el Afghanistán tanto en Persia como en la India; pero su poder decreció otra vez, aunque los duros montañeses llegaron a recobrar su independencia a mediados del siglo XVIII.

Marco Polo, joven veneciano, fue a China, mediado el siglo XIII. Tenía veintiún años cuando llegó al término de su viaje. Sería interesante trazar su ruta. Nosotros, como él, hemos cruzado Siria, hasta la Mesopotamia y el golfo Pérsico. Hemos viajado también alrededor de las montañas y desiertos de Asia Central.

Después de una breve estancia en Ormuz, viendo que era imposible ir por mar, Marco Polo, con su padre y su tío, se fue al Norte, a través de Persia y el Afghanistán.

Aquí tuvieron que quedarse algún tiempo a causa de una enfermedad de Marco. Luego, por la parte alta del Amu Daria, antes llamada Oxus, subieron hasta la meseta de Pamir, descendieron después a Kashgar, Yarkand y Jotan, cruzando la región del Pamir a Lob-Nor.

Finalmente, por la ruta del norte de China, llegaron a Pekín. Estas regiones quedaron cerradas para los extranjeros, poco tiempo después de este viaje maravilloso, y no volvieron a ser descritas por europeos hasta unos seis siglos más tarde.