Cómo el gobierno de la india pasó a manos de Gran Bretaña


Después de él reinó su hijo Aurangzeb cerca de cincuenta años; luchó por someter a su dominio toda la India y se apoderó de los reinos que subsistían todavía en el Decán.

Poco antes de que Baber conquistara el Indostán, los portugueses hallaron el camino de la India cuando doblaron el cabo de Buena Esperanza, y tomaron posesión de algunos puertos del golfo Pérsico, en las costas de la India y en las islas del Sudeste, y establecieron factorías. Un siglo más tarde, Felipe II de España anexionó los dominios de Portugal a su corona, y como este rey se hallaba en guerra con los ingleses y los holandeses, unos y otros se dispusieron a apoderarse del comercio establecido en estos puntos.

Los ingleses constituyeron en el año 1600 la Compañía de las Indias Orientales, con el propósito de comerciar con ese gran país y disputar a España, Portugal, Holanda y Francia el mercado oriental. Pero la Compañía de las Indias pronto se convirtió, por sus luchas contra el Imperio Mongol, en un instrumento de conquista política. La penetración de la Compañía aseguró a Gran Bretaña el predominio en la India y la transformación de ese territorio en su mejor y más rica colonia.

Posteriormente la cohesión del Imperio Mongol se vio socavada por diversos factores: invasiones de los Estados limítrofes (Persia, 1738, y Afghanistán, 1748 y 1757), creación de unidades políticas en el interior de la India, como el reino de los Maharatas, en el Decán, y el de los Sikhs o Sijs, en el Penyab, la constante y cada día mayor penetración de los europeos, que acabarían por predominar, y la disgregación política producida por la autonomía cada vez mayor de los gobernadores, quienes, cuidándose muy poco del Gran Mongol de Delhi, procuraron seguir su voluntad como si fuesen jefes de Estados independientes.

En 1857, por motivos políticos y religiosos, se desató en la India la rebelión de los cipayos, soldados indios y mahometanos, contra los oficiales del gobierno inglés. El deseo de liberarse de la imposición de un régimen extranjero y del uso, en las armas de fuego, de la grasa de vaca, animal considerado sagrado por los indios, y de la de cerdo, cosa que los musulmanes creían un insulto, indujo a ambos sectores a apoyarse mutuamente en una guerra que se extendió por la llanura del Ganges. A consecuencia de esta rebelión, la Compañía de las Indias quedó abolida, después de dos siglos y medio de existencia, durante los cuales había servido para la penetración y el dominio político, y la colonia pasó a depender de la corona británica.

Y así fue como el señorío de la India pasó de manos de los indios y musulmanes, quienes a pesar de sus diferencias no dejaban de ser afines, a las de los ingleses, que ni en raza, ni en costumbres, ni en religión se parecían a los indios, si bien descendían del mismo tronco ario común a los brahmanes y a los denominados rayputas o guerreros. Comenzaba así una nueva era para la nación india.

En 1877 la reina Victoria fue proclamada emperatriz de las Indias, y en 1911, Jorge V fue a Delhi para coronarse allí emperador; desde entonces, esta ciudad reemplazó a Calcuta como capital del Estado.