A sangre y fuego, se inicia la marcha de Sherman hacia el mar


Como queda dicho, había confiado Grant el mando del ejército del Oeste al general Sherman, para batir con sus 100.000 hombres al general sudista Johnston, que sólo tenía a sus órdenes 65.000. Johnston no quiso aceptar la batalla, sino que procuró atraer a su enemigo más hacia el Sur. Tampoco Sherman se hallaba dispuesto a aventurar combate, y por lo mismo, se limitó a irle a la zaga a su contrario, que marchaba lentamente, destruyendo las vías férreas y los puentes que dejaba en pos de sí, hasta que, llegado a Atlanta, creyó poder defenderse con ventaja al abrigo de sus fortificaciones. El gobierno de Richmond, impaciente, relevó a Johnston y lo sustituyó por el general Hood. Quiso éste probar fortuna, y desde mediados de julio a primeros de septiembre atacó a Sherman varias veces sin resultado, hasta que, por fin, se vio obligado a abandonar a Atlanta, retirándose hacia Tennessee.

Fuele en pos Sherman, que indudablemente era un hábil general. Dividió su ejército en dos: confió el uno al general Thomas, para que siguiera los pasos de Hood, y puesto él al frente del otro, emprendió su famosa marcha hacia el mar, destruyendo cuanto encontraba a su paso y sin que hubiera quien se le opusiese, por falta de combatientes, ya que todos los hombres aptos se hallaban con Hood o con Lee, o en las defensas de Savannah.

El resultado fue que, después de algunos encuentros, Hood fue totalmente derrotado por Thomas, a mediados de diciembre, mientras Sherman proseguía su marcha, a sangre y fuego, hacia Savannah, dejando en pos de sí el más terrible rastro de matanza, incendio y saqueo.