Napoleón llega a Moscú y se halla con una ciudad incendiada


Por aquel tiempo, Francia, que veía cómo eran sacados de sus hogares muchos miles de jóvenes e inteligentes hombres, con frecuencia para no volver más, estaba ya cansada de tan incesantes guerras. Por otra parte, se necesitaba dinero, que nunca se gasta más y con menos utilidad que cuando se emplea para construir buques de guerra y cañones, y para enviar hombres a la muerte en los campos de batalla. Mas Napoleón necesitaba castigar a los rusos por haber roto su decreto de no traficar en manera alguna con Gran Bretaña; a este fin, al frente de un ejército penetró hasta el mismo corazón de Rusia y llegó a Moscú. Los rusos, no pudiendo evitar esta invasión, quemaron la ciudad santa y echaron a perder o se llevaron todos los víveres que les fue posible, viéndose así obligados los franceses a volver a su patria por un camino cubierto de nieve y azotados por un viento glacial, sin hallar dónde refugiarse; y, en efecto, la retirada de Moscú es uno de los más tristes episodios que se registran en la historia. Para emprender esta invasión, Francia entera había quedado sumida en la mayor tristeza, cuando sus más jóvenes y fuertes hijos fueron arrancados de sus casas a fin de llenar las filas del Gran Ejército, que, contando los alemanes y polacos que pudieron alistarse durante el camino, llegó a sumar unos 400.000 hombres, o más, con sus cañones, caballos y bandas correspondientes. Todos esos hombres, llenos de valor, emprendieron la osada marcha hacia Oriente.