Normandía y Bretaña, regiones de grandes puertos


El Havre, el segundo puerto de Francia, está unido a París por ferrocarril. Desde el elevado faro que domina la ciudad, se contempla una animada escena de buques y muelles, pues el Sena es la ancha puerta de entrada en el país, por el Norte, a través de la cual se llevan mercancías a Ruán y a la capital de la nación. Podemos ver en Ruán el algodón para las fábricas, descargado en los muelles situados a la sombra de las grandes iglesias que la hacen famosa.

Al paso que esta ciudad se ha convertido en centro industrial, han ido desapareciendo calles enteras en las cuales había antiguos y pintorescos edificios. Pero todavía es capital que merece la atención de quien se precie de hombre de buen gusto, y de los aficionados a las antigüedades. Entre las casas desaparecidas hallábase la que vio nacer al célebre trágico Pedro Corneille. En un rincón del mercado se alzaba la casa, rica en góticos adornos, desde donde la heroína Juana de Arco fue llevada al suplicio. El sitio en que fue quemada viva tan santa y valiente doncella, personificación del patriotismo popular francés y una de las figuras más hermosas de la historia de Francia, se llama plaza de la Doncella. Una bellísima estatua, colocada sobre las alturas que contemplan el sinuoso curso del tranquilo Sena por un apacible y extendido valle, recuerda a la joven heroína.

Además de la catedral y otras iglesias, son dignos de ser visitados el hotel Bourgthcronde y la vieja torre que formó parte del castillo en donde el príncipe Arturo fue encarcelado, y desde donde, según una versión de la historia, cayó el desdichado joven al intentar huir de su implacable tío.

Sus manzanares ofrecen una hermosa vista en su blanco ropaje de primavera. Es muy curioso asimismo ver cómo los ruaneses hacen en otoño la sidra, con prensas, junto a los caminos. En los extensos valles, así en Normandía como en Picardía, se cultivan campos de remolacha, empleada en la fabricación de azúcar; también se siembran mucho las patatas, que se exportan en grandes cantidades a Gran Bretaña. De El Havre salen millones de huevos y toneladas de manteca y queso, procedentes de las granjas del Norte. Un alegre espectáculo ofrecen los días de mercado en Normandía y Bretaña, cuando la gente del campo acude en masa a las ciudades para comprar y vender. Llaman la atención sus gorros blancos, sus paraguas encarnados y azules, las marmitas de brillante latón, llenas de leche, y el hablar alto y animado de la gente. Los niños, con sus gorritos blancos ceñidos a la cabeza, parecen ser la única gente tranquila.