Viajando por las grandes tieras más allá de los lagos


Quien no está acostumbrado a recorrer en tren larguísimas distancias, difícilmente podrá hacerse cargo, al emprender un viaje por Canadá, del tiempo que tardará en atravesarlo de Norte a Sur y de Este a Oeste. Ello es que si salimos de Montreal en domingo, por ejemplo, para trasladarnos a la costa del Pacífico, tendremos que vivir, comer y dormir en el tren hasta el jueves, y durante este tiempo habremos recorrido unos 5.000 kilómetros a través del continente. Mientras las principales líneas de ferrocarriles no se extendieron hasta más allá, de los lagos, haciendo posible el viajar por esta región y explotar sus grandes riquezas, nadie la consideró buena sino para ser recorrida por cazadores. En efecto, las únicas noticias que de ella se tenían eran debidas a las narraciones de algunos atrevidos viajeros y exploradores.

Durante las veinticuatro horas siguientes a nuestra salida de Montreal, vamos atravesando Ontario, la provincia más rica y poblada del Canadá. Una de sus más importantes características es el grupo de los grandes lagos que van todos a desaguar al mar por el río San Lorenzo. El lago Superior tiene una superficie de 84.000 kilómetros cuadrados; es la mayor extensión de agua dulce del mundo. Sus aguas se juntan con las de Michigan y Hurón, y éstas a su vez con las del Erie y Ontario; no es, pues, de extrañar que el río San Lorenzo lleve tan gran cantidad de agua. En donde había rápidos o cataratas, se han construido canales para facilitar el paso de las embarcaciones, de modo que desde Puerto Arturo, situado en el lago más apartado, a unos 1.600 kilómetros más allá de Montreal, hasta el mar, se abre un canal no interrumpido, para embarcaciones que se dirigen al Atlántico.