La lucha de los venecianos por la autonomía de la ciudad


Durante siglos, el sucio italiano fue considerado por las potencias europeas como tierra de conquista, y pocas fueron las ciudades que lograron mantenerse independientes. Venecia, Genova y Pisa lo hicieron. De éstas, Venecia, que poco a poco se había levantado sobre las pequeñas islas del Adriático, rodeada de lagunas y poblada por marinos intrépidos, habría de transformarse en una urbe de gran prosperidad. Los primeros siglos de vida de la ciudad no fueron en manera alguna tranquilos, pues en ella las pasiones se desencadenaron más feroces que en otras regiones de Italia; pero desde que el dux Partecipazio trasladó la capital a la isla de Rialto, que surge en medio de la laguna mayor, la ciudad pudo defenderse de los ataques de los bizantinos y los francos, y comenzó a desenvolverse con el nombre de Rialto o Venecia, aspirando a sustraerse de la dependencia del Imperio de Oriente. Los venecianos eligieron a San Marcos como patrono de la ciudad, y trajeron su cuerpo desde Alejandría. El león, símbolo del Evangelista, lo fue también de la ciudad. La historia de los primeros siglos de Venecia es pródiga en luchas sangrientas e intrigas de todo género, así como de guerras incesantes contra los piratas que se ocultaban en las costas dálmatas. Fue precisamente después de vencer a dichos piratas que Venecia llegó a ser reina del Adriático.