Los esfuerzos de las naciones europeas para convertir a China en uno de sus mercados comerciales


Desde mediados del siglo xviii se ha entablado una constante lucha entre China y las potencias europeas, ansiosas de dominar la producción y el mercado de ese rico y antiquísimo país. El objeto principal de su penetración era inaugurar una nueva era comercial con un país que, por el número de sus habitantes y la riqueza de su suelo, podía consumir y vender inmensas cantidades de toda clase de productos. En las últimas décadas esa lucha ha tomado características diferentes, pero no ha cesado.

China, que durante siglos estuvo al margen de los progresos técnicos realizados en Occidente, tuvo que admitir, uno tras otro, a sus nuevos invasores. Portugueses, holandeses, alemanes, rusos, ingleses y estadounidenses sostuvieron una larga lucha y después de cruentas guerras, sitios y violencias de todo género y discusiones interminables, obtuvieron al fin el derecho de mantener concesiones, o sea puertos custodiados por sus tropas para poder comerciar libremente por ellos, sin ninguna traba por parte del gobierno chino. La intromisión de las potencias extranjeras causó profundos males al país, pero también le brindó nuevas experiencias que hoy sabe aprovechar.