La médula espinal desempeña la función de mayordomo de nuestro cerebro


Por otra parte, los comerciantes y otras personas, cuando se les ofrece algo, no van al encuentro del dueño directamente, sino que acuden al mayordomo y éste transmite el mensaje al primero; lo mismo hace la médula espinal. Cuando yo cierro la mano, mi cerebro, que ha sido quien ha dado la orden, no se ha dirigido directamente a los músculos de la mano. Ninguna fibra nerviosa va directamente desde el cerebro a tales músculos, sino que las fibras nerviosas van desde el cerebro a la médula, que es el mayordomo. Ellas dan las órdenes a determinadas células nerviosas de la médula espinal; y de tales células nerviosas arrancan fibras nerviosas que van a los músculos de la mano. Al mismo tiempo, cuando percibimos algo en nuestra piel, los nervios que de ella arrancan no van directamente al cerebro, sino a ciertas células de la médula espinal, desde las cuales la comunicación se transmite al cerebro.

Si seccionamos la médula espinal y en ella hacemos un corte muy fino y lo teñimos después con algún colorante, nos daremos cuenta de su disposición, comprobando que su estructura corresponde exactamente a sus funciones. Encontramos en ella fibras y células; algunas de las primeras van al cerebro y otras proceden del mismo; gran número de ellas arrancan justamente de células existentes en la propia médula espinal y van a otras partes de la misma médula, en donde terminan.