Cómo el cerebro envía y recibe órdenes por los nervios


En todos los animales que presentan vértebras, se encuentran ambas clases de sistema nervioso, y en términos muy generales, podemos decir que al paso que el antiguo, que es, en efecto, semejante al que existía en épocas anteriores a las vértebras, tiene por objeto velar por la vida interior del cuerpo, el nuevo sistema nervioso es el especialmente destinado a servir de instrumento a la mente. En la extremidad superior, el largo tubo formado por la columna vertebral, se abre, como sabemos, en la cavidad del cráneo, y del mismo modo la materia nerviosa que encontramos en el interior del tubo, formado por la columna vertebral (materia que ha sido llamada médula espinal), se ensancha también a su vez formando esa entidad mayor que es el cerebro.

El cerebro, o por mejor decir, el encéfalo y la médula espinal constituyen lo que suele llamarse sistema nervioso central. Por agujeros que el cráneo presenta y por aberturas existentes en las vértebras, pasan nervios que ponen en conexión el sistema nervioso central con todas las partes del cuerpo, y viceversa: cada una de estas partes del cuerpo con los centros nerviosos del cerebro.

Parece cosa muy clara que. aunque consideremos el grupo de células que forman un simple cabello u otra parte cualquiera de las menos importantes del cuerpo, vemos que presenta siempre doble conexión perfecta con los centros nerviosos. El cerebro o la médula espinal o ambos pueden enviarle órdenes de las que depende la vida de la referida parte, y ésta a su vez puede enviar también órdenes a los referidos centros, siendo distintas las vías, ya que pertenecen también a distintas células.

Cuando estudiamos el sistema nervioso central, lo encontramos dispuesto de esta manera, para recibir y enviar estas dos clases de órdenes, por medio de las cuales, la parte más insignificante del cuerpo está, cuando se hace necesario, en comunicación con todas las restantes, sin excepción. Este hecho sorprendente es el que permite explicarnos por qué el cuerpo constituye un todo a pesar de la infinita variedad y número de sus partes. En ninguna ciudad de la Tierra, por rica que sea en teléfonos y tubos portavoces, en telégrafos o en muchachos mensajeros, existe nada que se acerque ni con mucho a la maravillosa disposición por la que el sistema nervioso pone en relación todas las partes del organismo viviente.