Pilares de la memoria: retención, reproducción y reconocimiento


Cuando recordamos fácilmente y con toda claridad un acontecimiento cualquiera, no se nos ocurre detenernos a pensar en los sostenes de la memoria, pero cuando con dificultad recordamos parcialmente alguna cosa, si analizamos un poco esa dificultad, descubrimos la falla y con ella los pilares de la memoria. Tres son estos sostenes fundamentales: la retención, la reproducción y el reconocimiento.

Diariamente pasan por nuestros sentidos millares de excitaciones, desde los innumerables ruidos de la calle hasta los olores más delicados o desagradables. Sin embargo, no los recordamos todos, y si llegada la noche quisiéramos hacer un balance de las percepciones del día, llegaríamos a la conclusión de que recordamos una pequeña porción de las excitaciones recibidas, y esta porción corresponde a aquellas excitaciones que más nos impresionaron, ya sea por agradables o desagradables: el estrépito de un choque, el delicado aroma de una esencia, el color de un paisaje. Esto nos enseña que nosotros no retenemos todo lo que nos llega por los sentidos, sino solamente aquello que más cautivó nuestra atención.

Si pasado un tiempo queremos recordar las cosas que retuvimos, veremos con asombro que algunas las evocamos con toda claridad, como si las estuviéramos viendo, y que otras, a pesar de saber que poseían tal o cual característica, no podemos precisarlas, y solamente las comparamos: “semejaba al ruido de un ciclón pero no era un ciclón”, decimos, y de allí no pasa nuestro recuerdo. Aquí está presente el segundo pilar de la memoria, la reproducción. Por último, a veces precisamos con toda claridad un acontecimiento: “era en casa de mis abuelos, por la tarde, habíamos sido invitados a una fiesta, etc.”; todos los detalles están presentes: como si de nuevo viviéramos ese momento, la memoria se comporta con una fidelidad poco común. Otras veces, recordamos el hecho sin poder precisar el lugar, o un lugar sin recordar qué ocurrió allí. Retuvimos algo, lo reproducimos, y finalmente lo reconocemos, es decir, que la memorización resulta así completa.