¿Por qué las aves pueden volar sin peligro de caerse?


A medida que vamos subiendo por la escala de los vertebrados, observamos la aparición progresiva de los conductos semicirculares, que, sin embargo, no aparecen todos de una vez Si nuestras nociones acerca de la función de tales conductos son ciertas, debemos encontrarlos en extremo desenvueltos y perfeccionados en las aves, a las que no sería posible el vuelo sin un perfecto sentido del equilibrio. Durante el vuelo, el ave no recibe tantas nociones de sus patas, como las que recibimos de nuestras extremidades inferiores cuando estamos de pie o marchamos, y, por tanto, necesita mucho más el auxilio de órganos especiales para el equilibrio. Y en efecto, ningún animal presenta como el ave los conductos semicirculares tan perfectos y desarrollados; ésta, mucho más que los individuos de nuestra especie, si el funcionamiento de tales conductos está alterado o destruido, pierde la noción del equilibrio y comete errores al volar, los cuales corresponderán precisamente a la lesión que tenga en el órgano del equilibrio. Es muy probable que este hecho encierre la explicación de los pichones llamados "volteadores". Por lo menos así se supone.

Antes del descubrimiento de todos estos hechos creíase que los conductos semicirculares intervenían en la función auditiva, creencia muy natural, puesto que tales conductos parecen formar parte del oído interno, y su nervio semeja precisamente una rama del nervio acústico.