El líquido movible que contienen los conductos semicirculares


La consecuencia de tal disposición es que cualquier movimiento de la cabeza repercute al instante en el líquido contenido en uno o más pares de conductos semicirculares, resultando así informado el centro cerebral del equilibrio. Este centro se halla situado probablemente en el cerebelo. En ocasiones sobreviene una enfermedad que afecta al órgano del equilibrio y en tal caso, del mismo modo que una persona que tenga lesionados los ojos no puede ver, así también la que tenga una lesión en el órgano del equilibrio no puede sostenerse de pie, sin que le sobrevenga vértigo.

Se ha demostrado también que si la lesión se limita a uno o dos conductos, el vértigo no corresponde sino a la dirección de los conductos afectados. Si, por ejemplo, el conducto semicircular lesionado es el horizontal, nos serán posibles los movimientos de arriba abajo de la cabeza, pero tan pronto como queramos moverla en sentido lateral sobrevendrá el vértigo, llegando a caer si no nos apoyamos o no nos sostienen.

La historia de los conductos semicirculares es muy interesante; los vertebrados inferiores que, como sabemos, son los peces, no presentan el menor indicio de tales órganos. Ahora bien, los peces se mantienen perfectamente en equilibrio y no dan jamás señales de mareo o vértigo; sin embargo, comprenderemos cómo tan perfecto equilibrio es posible en los peces a pesar de carecer de conductos semicirculares, si consideramos la enorme presión del agua que actúa sobre la superficie de sus cuerpos; por tanto, el pez recibirá de su piel muchos más datos acerca de la situación de su cuerpo, que las que recibimos nosotros.