Diminutos órganos del oído que nada tienen que ver con la audición propiamente dicha


Suponíase entonces que los conductos semicirculares nos permitían apreciar la dirección del sonido. Nadie podía, en efecto, ver su singular disposición, sin suponer inmediatamente que sus funciones en algo se relacionaban con la dirección; pero hoy se sabe que dichas funciones no se refieren a la dirección del sonido, sino a la dirección en que la cabeza se mueve. Es mucho más importante saber lo que hace la cabeza que saber la procedencia del sonido y, en todo caso, la existencia de orejas movibles en el exterior de la cabeza es suficiente para permitir al animal apreciar la dirección del sonido, sin necesidad de órgano interno alguno para ello.