Debemos contemplar el mundo y nuestra vida a vuelo de pájaro


Imaginémonos cómo ve un pájaro, que volara a gran altura por el espacio, al mirar hacia abajo, a la superficie de la tierra. Si hemos ascendido alguna vez en avión, comprenderemos perfectamente lo que significa la frase "a vista de pájaro". Cuando se representa algo a vista de pájaro, se lo dibuja tal como se supone que lo contemplaría un ave que lo mirara desde el cielo: el ave lo ve todo de una vez, lo abarca todo simultáneamente. Ahora bien, es necesario siempre mirar a vista de pájaro todo lo que tratamos de comprender.

Si sólo contemplamos las cosas a corta vista, nuestras ideas serán tan disparatadas como debe ser la que una mosca se forme de un elefante, al contemplarlo muy de cerca. Hemos de ver cada cosa por separado, y todas las cosas en conjunto. Tenemos que emplear ambas clases de vista. Probémoslo, pues, y miremos a vista de pájaro las cosas vivientes. Al hacer esto veremos que hay dos grandes clases de cosas vivientes, y muy diferentes unas de otras. La diferencia no es de tamaño ni de cantidad, sino de clase y calidad. Una de las clases de cosas vivientes es la de los animales, y otra la de las plantas; y un animal grande, tal como un elefante, se asemeja mucho más a un animal pequeño, tal como una mosca, que no a una planta grande, tal como una encina. Un animal grande no es lo mismo que una planta grande, ni uno pequeño es igual a una planta pequeña. Los dos son muy distintos. ¿Cuál es la diferencia? Hay muchas diferencias, pero la que notamos primeramente, cuando miramos a vista de pájaro, es una diferencia de vivacidad. Los animales se mueven constantemente, pero, en cambio, las plantas no cambian de lugar por sí mismas.