La célula maravillosa en que se elabora la vida


Es fácil, hasta cierto punto, comprender cómo están constituidos los microbios, porque sus formas son muy sencillas -o, por lo menos, lo parecen- : y no ofrece dificultad alguna el describirlas; pero hay que tener en cuenta que hay miles de especies diferentes, aunque muchas parezcan casi iguales, y estas diversidades dependen forzosamente de diferencias en su estructura. Los microbios son demasiado pequeños para que podamos distinguir la estructura de cada cual; pero, ateniéndonos a lo que alcanza nuestra vista, sus formas son siempre más o menos parecidas.

Todo microbio consiste en un pedacito de materia viviente llamada célula. Esto constituye su cuerpo y le sirve para todos los fines de la vida. Algunos microbios son redondos; otros tienen la forma de pequeñas varillas; los hay muy gruesos, y también muy delgados -como los de la tuberculosis- pero todos los microbios, sean inofensivos o dañinos y en dondequiera que vivan, están constituidos por una sola célula.

Conviene fijarse bien en que hay seres vivientes que pueden crecer y moverse, a pesar de no tener boca, ni pulmones, ni músculos. Esto nos enseñará que muchas de las cosas que hacemos valiéndonos de las varias partes que componen nuestro cuerpo y se adaptan a sus diversos fines, las realizan otros seres compuestos de una sola célula, en la cual, al parecer, no existen partes distintas.

Se da a los microbios muchos nombres, según las formas que ostentan; pero no nos ocuparemos de ellas; tanto más, cuanto que, por un motivo o por otro, ciertas clases de microbios asumen diferentes formas, según los casos o épocas.