El estornudo y la tos. La manera de detener el hipo


Agregaremos que el centro respiratorio también recibe estímulos que le llegan por numerosos nervios sensitivos del cuerpo, y que lo informan de lo que sucede en diversas partes del mismo. La respiración puede así modificarse por varias circunstancias. Por ejemplo, si un cuerpo extraño entra en la nariz e irrita los nervios de esa zona, los estímulos allí nacidos se dirigen por los nervios al centro respiratorio, del que parten impulsos, también por vía nerviosa, a los músculos, que al contraerse provocan el estornudo. Si el cuerpo extraño entró en la tráquea, el estímulo que allí origina llegará de manera similar al centro respiratorio, el que provocará el acto de la tos. Si se aprieta un nervio sensitivo cualquiera, el dolor actuará sobre el centro y el ritmo respiratorio se alterará. De esta manera se pueden multiplicar los ejemplos que prueban la influencia nerviosa sobre el centro respiratorio, la que se suma a la influencia química para regular la respiración.

Hemos dicho ya algo referente al estornudo, que es una especie de espiración. Hablar, cantar o toser son también en cierto modo espiraciones; en cambio el hipo es una especie de inspiración. Al toser expulsamos aire, pero al hipar lo inspiramos. El hipo es debido a algún estorbo que dificulta la acción del diafragma; generalmente este estorbo se encuentra en el estómago. Si el hipo es susceptible de ser detenido, existe un medio por el que se consigue mejor que con otro alguno: este medio consiste en hacer una inspiración tan profunda como podamos y sostenerla todo el tiempo que nos sea posible, esto es, hasta que nos veamos en la precisión de respirar de nuevo. Haciendo esto unas tres o cuatro veces detendremos el hipo, pues dichas inspiraciones son una orden directa al diafragma, de no contraerse y de permanecer en reposo, lo que verifica con el medio antedicho.