Cómo nuestro cuerpo se mantienen fresco en verano y caliente en invierno


Necesítase, pues, un regulador de la temperatura, y el sudor ejecuta parte de esta función reguladora. Cuando la temperatura exterior es muy elevada nuestro cuerpo necesita un refrigerante; le es preciso perder de un modo u otro cierta cantidad de calor, o de lo contrario la temperatura no tardaría en rebasar los límites compatibles con la salud y aun con la vida. En estas circunstancias se produce el sudor en gran cantidad, como todo el mundo sabe, y, cuando se evapora el agua depositada en la superficie de la piel, sustrae al cuerpo una gran cantidad de calor. Lo mismo ocurre si nos mojamos cualquier parte del cuerpo. Así, si sumergimos ambas manos en el agua y solamente nos secamos una de ellas, no tardamos en observar que, por efecto de la evaporación del líquido, la mano que hemos dejado húmeda está mucho más fresca que la que hemos secado. Por eso, en un día muy frío, cuando la temperatura externa nos obliga a conservar todo el calor que nuestro cuerpo produce, la cantidad de sudor que secretamos es muy escasa; de modo que la cantidad citada de un kilogramo de sudor diario es tan sólo un término medio. La cantidad de sudor producida depende, en primer término, de las necesidades caloríficas del cuerpo.

Todos hemos visto en días de gran calor tenderse los perros en el suelo, jadeantes con la boca abierta. El perro tiene tan sólo glándulas sudoríparas en la piel que reviste los pulpejos de sus dedos; así es que en él la secreción del sudor no puede tener las virtudes refrigerantes que tiene en nuestra especie; por esta razón sufre tanto el referido animal con el calor y se ve obligado a respirar aprisa para expeler la mayor cantidad posible de agua por sus pulmones.