Un experimento instructivo: la observación, en uno mismo, de la circulación de los glóbulos rojos


Indudablemente es muy interesante la observación de sombras móviles debidas al desplazamiento de los glóbulos rojos en los vasos retiñíanos. Estos vasos se hallan situados en las capas más superficiales de la retina, y la luz que llega proyecta en la capa sensible de los conos y bastones la sombra de los glóbulos circulantes. En circunstancias normales no tenemos la visión de estas imágenes gracias a un fenómeno de adaptación nerviosa, análogo al que nos hace acostumbrar al ruido de una máquina o al chocar de las olas. Pero si nos colocamos en condiciones especiales podemos percibirlos. En los laboratorios de fisiología estas experiencias se realizan con aparatos especiales, pero también podemos observar dichas sombras con dispositivos apropiados que podemos improvisar. Si miramos un cielo azul y sereno, o si de noche fijamos la mirada en una habitación oscura, al mismo tiempo que movemos con cierta lentitud hacia un costado de nuestra cabeza una bombilla que proyecta su luz en nuestros ojos, observaremos delante nuestro, y muy magnificadas, una serie de sombras que se mueven como moscas y que no son otra cosa que las sombras de los glóbulos rojos.